Mi primera experiencia con el Yoga no fue muy buena, todo depende también como lo miremos. Me dejaron probar una clase y realmente no se si era normal todo lo que viví allí. La cuestión es que hasta cierto punto se entiende que en los tiempos que corre, todos tenemos un instinto de supervivencia, pero no creo que fuese lo idóneo el mezclar yoga con ventas.
Como era nueva imitaba lo que hacían los compañeros, estando en la respiración el profesor se dedicó a sacar productos de una bolsa para mostrar lo que venden en la herboristería de la calle de enfrente. Sacó tahín entre otras cosas. Claro que yo ya estaba más centradas en sus explicaciones del producto que de la respiración y que del movimiento de cuello que era lo siguiente a realizar.
Realmente no lo vi normal, así que me tome esa primera y última clase en ese lugar como clases de estiramiento.
A pesar de todo, se realizaron posturas que no pude hacer, por lo cual, son clases de Yoga que de vez en cuando intenta animar a la gente a que compren en la herboristería. Me quedaría si hubiese conectado con el profesor, pero observé desde el primer momento que no me adaptaba a las clases ni al ambiente.
Seguramente hice algo de yoga cuando se calló y todos hacíamos posturas como el triángulo extendido o el árbol. Fue algo muy peculiar, pero no por ello dejaré de buscar un lugar acorde con mis necesidades. Conectar con el sitio, el profesor y los alumnos es importante para sentirnos cómodos en las clases. Hay que recordar que vamos para practicar el yoga y no para crearnos más tensiones y estrés. Por ello, animo aquellos que como yo aún busquen unas clases de yoga y no desista en el intento. Ya que se ha dado el paso para apuntarnos, no podemos pararnos ante el primer obstáculo.
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